MITOS CUENTOS Y LEYENDAS DE LA CIUDAD DE CUCUTA
EL MITO
HOMBRE O MUJER
Desde hace muchos años de los cuales ya no hay memoria, algunos choferes que se movilizan en las horas nocturnas en cercanías del corregimiento de Juan Frío rumbo a otros municipios, han visto el celaje de una mujer rubia de ojos azules que camina en el aire; varios vehículos la han arrollado pero se levanta sana y se pierde en el monte. Ancianos en el humo del paso del tiempo, aseguran que el espanto no es mujer, por lo contrario, fue un varón de pelo en pecho que contaba sus conquistas amorosas y al dejar la vida recibió la condena de salir a penar en forma de dama para que los lujuriosos admiradores le paguen con la misma moneda.
Por BETO RODRIGUEZ
CUENTO
HISTORIA BARI
“Cuentan los que saben contar historias, que en el principio los indígenas no conocían ni el dolor, ni la tristeza, ni la muerte, hasta que apareció un espíritu maligno con cuerpo de mujer y cabeza de pájaro, se apoderó de la mujer indígena y ella llena de este espíritu del mal, tomó a su hijo y lo estranguló. Grande fue la tristeza del hombre indígena cuando vio que a sus tierras había llegado el dolor, la tristeza y la muerte. Por esto tomó a esta mujer y la abrió con su cuchillo, para sacarle el espíritu del mal y no lo encontró, por que el espíritu no es de palo ni de carne ni de hueso, pero tenía una solución purificarla con el fuego sagrado.
Y fue así como durante muchas lunas los indígenas llevaron leña a la cima de cerro Bobalí allí armaron una gran pira, encima colocaron a esta mujer y la incineraron, sus cenizas se regaron por todo el universo y nacieron el hombre del color de la ceniza, el hombre amarillo, el hombre blanco, el hombre negro.”

MITO
El MICO ISAZA
un mito local. La tumba nunca está sola. Como hormiguitas que dejan su tributo, las personas se acercan al cubículo, lo visitan unos minutos y vuelven a salir, como quien hace una revisión de práctica. Infinidad de placas de agradecimiento de todos los tamaños forran la pared del fondo como un papel tapiz metálico resistente al tiempo, al olvido y a la profanación. Una cantidad de papelitos con caligrafías de todos los colores y letras bonitas y feas se escurren entre las rendijas de la urna de vidrio, también invadida por las miles y miles de señales de gratitud y ruegos por el descanso de su alma. No es ningún santo. No fue ningún beato ni mártir de las causas justas. No fue ningún líder ideológico ni caudillo popular y su tumba no se encuentra entre los panteones magníficos de los campos santos europeos. Es la tumba de un forajido y su lugar de descanso se encuentra en un costado del Cementerio Central de Cúcuta. Se trata de la tumba de Fabio Isaza Rincón, que lo único que hizo en su vida fue delinquir. No conoció otra forma de vida más productiva que el delito, actividad que ejerció desde su adolescencia.

LEYENDA
JUANA NARANJA
El pozo de Juana Naranja es el más encantador y admirable regalo que la madre naturaleza hizo a los salazareños. Tiene una extensión de ochenta metros de largo, por ocho metros de ancho y una profundidad de tres o cuatro metros. Se encuentra rodeado por paisajes hermosos y es lugar obligado para los turistas. El pozo fue conocido entre 1914-1915, cuando se abrieron los trabajos de la toma de agua para la planta eléctrica, antes todos lo ignoraban pues era aquella una selva muy tupida.
“Una india llamada Juana habitaba en la región de Agua Caliente y acostumbraba lavar sus ropas al pie del pozo. Un día observó con especial sorpresa que sobre las aguas bajaba una naranja inmensa que despedía resplandores brillantes. Ella, atraída por el fascinante reflejo, penetró en las aguas para rescatar la naranja encantada. Al hacer contacto con ella, Juana fue conducida a las profundidades del pozo, donde aún permanece oculta”.
"Cuentan antiguas leyendas que hubo en un tiempo dos amantes pertenecientes a opuestas tribus indígenas guerreras. Los amores de estos mozos eran contra el querer y a hurtadillas de sus respectivos caciques; ambos eran de sangre real y sus citas nocturnas las efectuaban junto a un brocal de un ancho pozo, punto intermedio entre los lindes de sus pueblos. En una noche de plenilunio estaban los amantes en amoroso coloquio junto al pozo y la luna llena retrataba su disco de oro en la profundidad de las aguas. La india pidió a su galán que le regalara aquel hermoso y rutilante disco que brillaba en la cima. El amante no atreviéndose a negar nada a su amor, se arrojó a la profundidad en busca del codiciado tesoro, con tan mala suerte, que no volvió a aparecer jamás. La india desesperada por su tardanza, se lanzó a las aguas tras él para no aparecer más nunca. Cuenta la tradición que en noches de plenilunio, emerge del pozo una naranja de oro, se ve a la india llorando y dando vueltas en torno a ella, bregando por alcanzarla.
Génesis de Salazar de las Palmas, Ramón Cárdenas Silva.
EL FANTASMA DE UNA NIÑA RONDA A CÚCUTA
La Iglesia Católica en Cúcuta se pronunció para decir que estos hechos evidencian que entre los fieles hay fanatismo religioso, pues en opinión de los sacerdotes no hay muestras determinantes de que en el lugar hay un fantasma y menos que este muestre una niña deambulando por el sector.
Pese al escepticismo entre los sacerdotes un grupo de prelados de la Diócesis de Cúcuta se desplazará al barrio Villa Carolina para decidir si es necesario realizar un rito religioso en el lugar.
CONTRABANDISTA
Veteranos y raizales hijos de la Villa del Hombre de las Leyes, han dicho que el cuento de la fantasma es la pura verdad. Aceptan la aparición de una mujer, pero en el fondo del intrincado episodio se trata de un hombre. Le echan la responsabilidad a un tal Angel que dejó 62 hijos diseminados entre los dos países. El mencionado tuvo éxito con el contrabando y hacía lo que quería con el poder de la cartera. Desató escándalo con sus romances, con orgullo, en medio de singulares borracheras mostraba la hombría, tan voluminosa que le cortaba el habla a los contertulios.
Le aconsejaba a los mirones seguir su ritmo de vida y en alguna fecha gozar del descanso eterno. Pero no ocurrió de igual manera, porque el bragueta loca se revuelve en la tumba y convertido en lujuriosa matrona sale a pedir clemencia entre los coquetos y polígamos conductores.

LEYENDA
EL ESPANTO DEL PUEBLO
Por el año de 1800 recién fundado el pueblo de Chitagá, no había párroco. El padre que administraba las parroquias de Cácota y Chitagá, acostumbraba rezar el rosario en forma solemne y piadosa, la gente del pueblo dejó de asistir al rosario porque se les aparecía un espanto.
Para solucionar el problema el padre invitó a unas personas para ir al pie de la montaña llevando una capa negra y el Santo Cristo bendito, rezando hasta llegar allí. Una vez llegados al lugar indicado, el padre ordenó a todos que miraran par atrás y pronunció estas palabras "Alma perdida, te condeno a ahuyentarte del pueblo y dejar la gente en paz, por cuarenta años, hacia las montañas del Quemado... Donde no haya latido de perro y cantar de gallo, ni llanto de niño".
Tradición oral: Ildefonso Solano Villamizar
LEYENDA
EL BORRACHO
“En cierta ocasión en un barrio de la población de Chitagá, existía una gran cruz que había sido colocada por los vecinos de este lugar en agradecimiento a las benditas almas del purgatorio. Había un muchacho que vivía borracho. La madre preocupada por el juicio de su hijo resolvió rezarles a las benditas almas del purgatorio, quienes acudieron a su súplica.
El muchacho embriagado salió para su casa y al llegar a la esquina vio que bajaba una procesión que se detuvo frente a él, lo llevó hasta su casa y lo dejó en el andén. Mientras su mamá abría rápidamente la puerta y el hijo cayó privado en el suelo.”
Tradición oral: Judith María Carvajal Villamizar
LEYENDA DE AMOR DE ZULIA Y GUAYMARAL
Cuando los indígenas del Norte de Santander aún eran libres, existían muchas comunidades, una en especial llamada cíneras, quienes siempre tuvieron conflicto con los guanes, de Santander. El cacique Cínera cansado de tanto pelear, envió a su hija Zulia en misión de paz a tierras de los guanes. Estando Zullia allí, apareció por estas tierras un español, Diego de Montes y arrasó con la comunidad ciñera y al indefenso cacique lo ahorcó colgándolo de un árbol de caracolí. Cuando Zulia venía de cumplir su misión de paz, se encontró con un reducto de indígenas cáchiras que huían despavoridos de los españoles y contaron a Zulia lo que había pasado a su pueblo. Zulia, que no se atrevía a creerlo, porque en su mente no cabía que el ser humano fuera tan perverso, se disfrazó de vasallo, llegó hasta muy cerca de su casa y pudo observar con sus propios ojos que efectivamente su padre colgaba de un árbol de caracolí. De sus bellos ojos brotaron lágrimas de indignación, de su pecho salió un grito de dolor y de sus labios salió un llamado a todos los indígenas de los alrededores. A este llamado acudieron, guanes, cáchiras, chitareros, cotecos y cúcutas. Con los cúcuta acudió un príncipe indígena llamado Guaymaral, hijo del cacique Mará que habitaba el lago de Coquivacoa.
Más de dos mil indígenas acudieron al llamado de Zulia, en la actual Pamplona, y armaron dos columnas: mil al mando de la hermosa princesa y mil al mando de Guaymaral, marcharon sobre el campamento español que se encontraba ubicado en el sitio actual de Arboledas y Diego de Montes no supo en qué momento pagó con su vida todas las maldades y robos que le había hecho a los indígenas. Esa noche los indígenas triunfantes festejaron con alegría y jolgorio, y Zulia y Guaymaral se unieron en matrimonio y fijaron su residencia al lado del torrentoso río Sulasquillo. Vivieron felices por varios años hasta que llegó otro español, Diego de Parada y los tomó al descuido arrasando con todo lo que encontraba a su paso. Hay quienes contaron que vieron a Zulia morir a caballo, incitando a sus guerreros a la lucha y Guaymaral herido, huyó buscando la protección de su padre y prometió que todo lo que tocara se llamaría como su gran amor, Zulia. Es así cuando mal herido atraviesa el torrentoso río Sulasquilla y lo bautiza Zulia. El pueblo donde vivió ahora se llama Zulia y cuando toma posesión de sus tierras a la muerte de su padre, se crea el Estado Zulia de Venezuela.
Del Mito a la leyenda, Fabio Eliécer Monrroy.